En 1972, el país de Rhodesia, como se conocía entonces a Zimbabue, se encontraba en medio de una larga lucha por la independencia del dominio colonial británico. En los hoteles y clubes nocturnos de la capital, las bandas podían ganarse la vida tocando una mezcla de Afro-Rock, Cha-Cha-Cha y Rumba congoleña. Pero a medida que el deseo de independencia se hizo más fuerte, varios músicos de Zimbabue comenzaron a buscar inspiración en su propia cultura. Comenzaron a emular el sonido entrecortado y las melodías en bucle de la mbira (piano de pulgar) en sus guitarras eléctricas, y a replicar los ritmos insistentes de la coctelera en el hi-hat; también comenzaron a cantar en el idioma shona y a agregar mensajes abiertamente políticos a sus letras (con la certeza de que el gobierno de la minoría predominantemente blanca no los entendería). De esta colisión de instrumentos eléctricos y tradiciones indígenas, nació un nuevo estilo de música popular de Zimbabue, más tarde conocido como Chimurenga, de la palabra shona para «lucha». Y había pocas bandas más esenciales para el desarrollo de esta música que Hallelujah Chicken Run Band.